martes, 7 de enero de 2014

Séneca y la vida







Estas navidades encontré por casa un libro titulado Invitación a la serenidad.  Séneca. Lecciones para el hombre ocupado, Ediciones de BolsilloHubo un tiempo en que cada libro lo marcaba con la fecha aproximada en que lo compraba, en este, en la primera página aparecía: ”diciembre de 2000, en unas serenas navidades”. Entonces recordé que ese año fue el año en que una mujer me dejó por un trompetista de la vecindad, como en la canción de Rubén Blades, espero que siga tan feliz como dice la canción.



Cuando tenía el libro en mis manos me di cuenta de que en mi vida ha habido dos periodos en los que he aprendido casi todo lo que sé de mí mismo: los años en los que he tenido pareja, y los años en los que he estado solo. Me explico. Los años en que he estado emparejado han sido siempre años intensos, la mayoría de las veces he sido consumido por la pasión, y he disfrutado,  y sufrido, con similar intensidad, aunque lo segundo siempre me ha parecido lo dominante. En esos años he crecido, no tanto por mí mismo, sino por el estímulo que supone estar con otra persona, verte reflejado en otro es una de las formas más duras de conocerse. En esos años la lectura no ha sido mi actividad más sobresaliente, tal vez porque la vida se encargaba de entretenerme lo suficiente. 

Pero creo haber crecido tanto más en la soledad, sobre todo en la soledad de las crisis, o de los tiempos que suceden a las separaciones, en esos años en los que la melancolía y la soledad te corroen por dentro con un dolor que te parece insoportable. Son en esos años cuando, a falta del espejo humano, he buceado como un loco entre libros para entenderme, cuando incluso buscaba la soledad para disfrutar de mis descubrimientos tras cada visita a una librería. Son en esos años en los que la lectura me ha ayudado muchas veces a seguir, a entenderme, a entender, o a creer que lo estaba haciendo.

Cuando estoy en una librería y tengo un libro en mis manos ante el que dudo si comprarlo o no, siempre me aplico el mismo principio: “ante la duda, cómpralo “, por eso muchos de los libros que tengo aún no he tenido tiempo de leerlos. Cuando ojeé el libro de Séneca comprobé que este ya lo había leído, ya que tengo la mala costumbre (para algunos) de subrayar todo lo que me parece interesante, supongo que en un vano intento de hacerlo mío.  Sin embargo, no recordaba casi nada de lo que había subrayado en este, y en la revisión, inicialmente rápida, descubrí que tenía frases y párrafos excelentes que debía releer, y si podía, difundir por si a alguien le sirviese, así que me pasé algunas horas disfrutándolo. Resumo aquí lo que me pareció más interesante. 



Séneca nació en Córdoba entre el año 4 y 1 a.C. Hijo de una familia acomodada se trasladó con la familia a Roma y fue introducido por su padre a la vida política. Pero una enfermedad grave le deja una fuerte impronta y le influye en su psicología, en el sentido del tiempo, en las valoraciones de la vida, en una defensa del suicidio que se repetirá durante toda su vida, y aunque nunca lo cumplió, viviendo casi 70 años,  fue obligado a suicidarse acusado de participar en una conjura contra el emperador.

Para algunos Séneca fue un hipócrita, ya que aunque en su obra predicaba la sencillez, la pobreza y la moderación, su vida se desarrolló entre el lujo, el placer y la usura. A mi sin embargo no me parece tan hipócrita esa actitud, me gusta creer que Séneca era muy consciente de la brevedad de la vida, y de la fragilidad de su salud (aunque luego vivió 70 años!!), me imagino a alguien inteligente y contradictorio, capaz de disfrutar la vida al máximo, y de aprovechar todas sus oportunidades materiales, pero en el fondo muy consciente de la banalidad.

Séneca era un estoico, y como dice Juan Antonio Marina en el prólogo, lo que hace tan modernos a los viejos estoicos es que fueron psicoterapeutas, sanadores de la psique. Séneca es un curador de almas aquejadas por el dolor. Tanto el estoicismo como el epicureísmo creen que la filosofía es una curación “vacío es el argumento del filósofo que no trate terapeúticamente ninguna pasión del ser humano”, escribe Epicuro. Los estoicos pensaban que alcanzaríamos la libertad si cambiásemos nuestras ideas acerca de la realidad y de nuestras pasiones. Epicteto, otro estoico, decía que “no nos hacen sufrir las cosas, sino las ideas que tenemos de las cosas” 

En la excelente introducción del libro se resume el trabajo de Séneca, “ en sus obras aparecen aquellos a quienes consume la avaricia, el poder, el trabajo excesivo, aparecen aquellos que están siempre inquietos persiguiendo la riqueza, los hastiados por la necesidad de novedades, los cargados de inconstancia”


- Rescátate a ti mismo

- Arrebaña las horas con entreambas manos, así resultará que dependerás menos del día de mañana si tuvieras bien asido el de hoy.

- No es breve la vida, largo es en el hombre el descuido del tiempo.
No tenemos un corto tiempo sino que perdemos mucho. La vida es suficientemente larga y se nos ha entregado en abundancia para lograr la consumación de las cosas más importantes. Pero cuando se abandona entre el lujo y el descuido cuando no se consume en ninguna cosa buena, al final, en el momento de la muerte, nos damos cuenta de que se va la vida, sin darnos cuenta de que pasaba. No recibimos una vida breve, sino que la hacemos breve, y no estamos faltos de ella sino que somos sus despilfarradores. 

- Ten cuidado, no confundas vivir con perdurar.

- Aplícate a ser sabio en el arte de vivir. 
No existe nada menos propio de un hombre ocupado que vivir. De ninguna cosa existe una ciencia más difícil. Hay que aprender a vivir a lo largo de toda la vida y, lo que tal vez te sorprenda más, hay que aprender a morir a lo largo de toda la vida. 

- El que dirige cada día como si fuese el último no teme al mañana.
Cada uno arruina su vida y trabaja por un anhelo del futuro en un presente tedio. Pero aquel que dedica todo el tiempo en su propia utilidad, el que dirige cada día como si fuese el último, ni suspira por el mañana, ni lo teme.

- Sea lo corta que sea, la vida es con creces suficiente.
Decrépitos ancianos mendigan con súplicas el aumento de unos pocos años.  Cuando la debilidad de su naturaleza mortal les advierte algo, mueren como llenos de pavor, no como si abandonasen la vida, sino como si se la arrancasen.  Entonces piensan como ha caído en el abismo tanta ocupación, tanto trabajo. Pero para quienes viven su vida lejos de toda ocupación ¿por qué no les va  a resultar larga?. Para los que nada de ella se delega, nada se disipa, nada se pone en manos de la fortuna, nada perece por negligencia, nada se le quita por costoso, nada es superfluo.  Toda su vida es rentable. Para estos, sea lo corta que sea la vida, la vida es con creces suficiente, y por ello, cuando llegue  el último día, el sabio no vacilará en ir hacia la muerte con paso seguro.

- La vida más breve es la de aquellos que sólo atormenta el futuro.
La vida más breve, y más llena de inquietudes, es la de aquellos que olvidan el pasado, miran con indiferencia el presente, y temen el futuro.  Les atormenta la irreflexión con sentimientos que les hacen vacilar y correr hacia las mismas cosas que temen. A menudo desean la muerte por ello, porque le tienen miedo. 

- Mal vivirá quien no sepa morir bien.

- Quien tema a la muerte, no hará nunca nada por un hombre vivo.
Quien sepa que la muerte estaba pactada en el mismo momento en que nación vivirá según la ley de la naturaleza, y a su vez, con la misma fuerza de espíritu, se mantendrá firme para que ninguna cosa que le suceda sea inesperada. 


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