Quiero lo que quiere
Llegó la hora de la ablación. Después de 4 cardioversiones, practicamente una cada año,
y habiéndose constatado que las cardioversiones no consiguen mantenerme en ritmo
sinusal durante más de 9 meses, todos los especialistas consultados coincidían
en que la ablación era la solución más adecuada dadas mis circunstancias. Por un
lado mi nivel de fibrosis todavía es relativamente bajo (el 11,2%, lo que
supone una probabilidad del 60-70% de conseguir RS permanente), y si dejo que
la situación se alargue, cada minuto en FA conlleva una pérdida proporcional de
éxito de la ablación.
Después de hablarlo con mi cardiólogo, la situación estába
clara, si lo hacía por la SS tardaría muchos meses y me derivarían al centro de
referencia de mi comunidad, con escasa experiencia en casos de FA pesistente,
es decir que la posibilidad de acudir a centros de reconocida experiencia como
La Paz o el Clinic de Barcelona es casi imposible, por lo que mi cardiólogo me propuso que lo
hiciese en Barcelona en la Clínica del Pilar con el Dr. Mont, donde ya ha derivado
a otros pacientes y tiene constancia de que mi aseguradora (DKV) no va a poner
problemas. Por otra parte la tipología de mi fibrilación, de tipo persistente y en
un adulto relativamente joven, es uno de los aspectos que el Dr. Mont ha contemplado en el estudio
SARA.

Conocedor del desastre que suelen ser algunas clínicas privadas, busqué opiniones en la web y me entero que la Clínica del Pilar fué conocida en el año 2011 por un desgaciado suceso por el que un enfermo de fibrilación auricular murió en la habitación por falta de asistencia, mientras narraba telefónicamente la agonía a su aterrada hermana. La clínica pasó por unos años difíciles y recientemente fué comprada por el grupo Quirónsalud. No obstante, debo decir que mis temores iniciales por la terrible noticia, (llegué a proponerle a mi mujer que si pasaba algo y no me atendian llamase a una ambulancia y me llevase al Clinic), estuvieron totalmente equivocados. La atención del personal médico y de asistencia fué muy buena, no tuve en ningún momento la sensación de estar abandonado, como indico a continuación todas las pruebas se ajustaron al tiempo que me habían indicado y la sensación que tuve en general fué la de sentirme bien atendido.
Pese al shock de la noticia sobre el incidente, solicité consulta con el Dr. Mont y tuve la
suerte de que quedaba un hueco el martes siguiente, algo realmente difícil
porque solo consulta un día a la semana. La cita fue breve y sin pensarlo ni un
momento ya tenía encima de la mesa un informe hecho a mano sobre los permisos
que tenía que pedir a la mutua. Pero lo que no me di cuenta es que la mutua
necesita que el médico también firme los volantes propios de la mútua solicitando
las pruebas e intervenciones en los que figuren los códigos correspondientes,
aspecto burocrático que me tuvo en vilo hasta un minuto antes de ingresar.
Lo que desconocía es que las ablaciones van precedidas de
una cardioversión, es decir, parece que la ablación debe realizarse con la
aurícula en ritmo sinusal, alqo que yo, dadas mis circunstancias, solo consigo
si he estado varias semanas antes con
antiarrítmicos, bueno, concretamente con amiodarona. Pero esta vez, por
consejo del Dr. Merino, llevaba varias semanas con Flecainida y verapamilo,
algo que tampoco había conseguido revertir mi FA, y que, al contrario, había
acentuado mi bradicardia hasta llegar a tener entre 38 y 45 pulsaciones. Como
la ablación iba a tener lugar varias semanas más tarde, el Dr. Mont me recomendó
que realizase cuanto antes una cardioversión para estar el menor tiempo posible
en FA, cosa que hice en cuanto mi cardiólogo pudo.
Para las ablaciones la sangre debe tener un nivel de
coagulación muy bajo por lo que un día antes de la ablación debí dejar el
Sintróm y pincharme heparina a lo bestia (1mg/kg cada 12 h)
Antes de la intervención debía estar a las 8.30 de la mañana
en la clínica para hacer primero un ecocardiograma transesofágico, una prueba
bastante molesta (te meten un tubo por el esófago, lo que provoca arcadas y
fuerte malestar), pero que en mi caso ni me enteré porque resulta que me
sedaron . Cuando me desperté ya habían terminado y yo ni me había dado cuenta,
algo que agradecí porque he visto lo mal que se pasa a veces con esta prueba. La prueba del ecocardiograma verifica que no se hayan formado micro-coágulos en
la aurícula, algo que, según las normas publicadas, sería muy poco probable en
mi caso ya que mi CHADS2 es de cero (no tengo cardiopatía, ni diabetes, y mi
edad es inferior a 65 años).
Después del ecocardiograma tuve que hacer una resonancia
magnética, y la verdad es que todo fue muy seguido, coincidiendo con los
horarios que me habían indicado. A las 11.30 estaba en la máquina de la RM con
una vía por la que me meterían la sustancia de contraste.
El ecocardiograma permite conocer la estructura anatómica de
la aurícula y de las venas pulmonares y servirá de modelo para superponer las señales de la conducción eléctrica de mi
aurícula durante la ablación. Esta superposición se realiza con el sistema CARTO, lo que requiere
de un aparataje un poco especial, y de
un ingeniero biomédico que lo controle (es decir, 4.000€ más caro que un
sistema de ablación convencional). En mi caso el sistema CARTO era obligado
dado que una FA persistente como la mía puede tener pautas de conducción no
originadas en las venas pulmonares, lo que reduce la probabilidad de éxito de
la ablación.

Imagen cartografiada de la aurícula. Los puntos rosas indican las zonas de ablación alrededor de las venas pulmonares
Después de la RM nos fuimos a descansar un rato hasta las
14h que debía ingresar definitivamente en la habitación de la clínica para
iniciar luego la ablación, y ahí se montó el lío. Resulta que los de DKV de mi
ciudad habían dado permiso para una ablación convencional, pero la que había
solicitado el médico era una ablación apoyada por el sistema CARTO, así que desde la clínica empiezan a hacerse
llamadas a la mutua, al médico, a la mutua… eran las 2 de la tarde y antes de
las 3 debía llegar el justificante de la necesidad de la CARTO o no se concedería
la ablación por parte de la mutua. Yo contemplé la posibilidad hasta de pagar
de mi bolsillo el incremento y luego intentar recuperarlo. Después de muchos
nervios, a las 3.30 estaba por fin en la habitación, de alguna forma la mutua
había dado el consentimiento.
Una vez en la habitación, lo primero fue la revisión de
depilación, ahora también las ingles ya que los catéteres los meterán por la
vena femoral, y a las 4.30 como me habían indicado estaba bajando en silla de
ruedas a una estrecha sala que sería el quirófano.
En el quirófano ya me esperaba una enfermera, luchando con
las bombas de los sedantes, que no funcionaban, luego llegó el que sería el
ingeniero biomédico, que me sorprendió porque entró vestido de calle con su
casco de moto en la mano, atravesó el quirófano y se cambió en una sala
posterior, luego encendió el ordenador,
instaló unos aparatos en la camilla y preparó los catéteres
Yo pasé a la mesa
de operación, y para mi sorpresa me abrieron una segunda vía en la arteria de
la muñeca. Al parecer era necesario para controlar el nivel de coagulación.
Entre tanto ya había llegado una doctora, que sin demora me
puso una inyección de anestesia local y empezó a abrir la ingle para meter
los electrodos, esto lo supe porque en cuanto giré la cabeza vi en el monitor
la imagen RX de mis cuerpo y unos cables dentro, y yo ni me había enterado.
Después llegó el Dr. Mont, tan correcto como siempre, saludó al personal, se
cambió en la sala posterior, e inmediatamente empezó a organizar la intervención,
pero para entonces yo ya había perdido la consciencia.
La ablación consiste en utilizar unos catéteres que se introducen por la vena femoral hasta el corazón, atravesando el septun cardiaco y llegando hasta la aurícula izquierda, donde lo que harán será destruir el tejido cardiaco que rodea la inserción de las venas pulmonares al corazón. Esa destrucción puntual de las células intentará evitar que los impulsos eléctricos que se generan en esas zonas se transmitan al resto de la aurícula y generen la fibrilación de la aurícula.
Cuando me desperté estaba todavía en el quirófano, la gente
estaba recogiendo las cosas y yo iba y volvía de mi colocón. 3 horas después de
haber entrado al quirófano, y después de 1 hora en una sala de observación, me
subieron a la habitación con una venda en mi muñeca, un aparatoso vendaje en mi
ingle, y con el único requisito de que dejase la pierna estirada y hacia arriba
durante toda la noche.
La noche del viernes la pase normal, no sentí grandes
molestias ni dolores, salvo los esperables dadas las circunstancias. Al día
siguiente, el sábado por la tarde me retiraron las vendas de la ingle y me
dieron el alta. Por suerte no tuve ningún problema con la cicatriz. El domingo
por la mañana estábamos paseando por Barcelona, un poco cansado, pero sin
molestias.
Con los días se me formó un pequeño bulto en la zona de la
incisión en la ingle, que al principio me causó preocupación, pero que
desapareció al cabo de un mes.
Ahora solo me queda esperar a saber si la ablación ha
funcionado o no. Tengo un 65% de probabilidades de que así sea, pero mi FA es
muy persistente, así que solo queda esperar a que pase el tiempo, mientras tanto, aprovecharemos para viajar.