Este mes se cumple el aniversario de la muerte de Teresa Apellániz, tambien conocida como María del Castillo en las redes sociales. Teresa fue una luchadora toda su difícil vida, cardiópata desde los 7 años, lo tuvo aún más difícil cuando entró a trabajar a la Universidad de La Rioja, ahí conoció la parte más oscura y mezquina que puede encontrase en cualquier universidad: el acoso continuo por estar enferma. Sirva este post para recordar la labor de Teresa y el apoyo que dió con su trabajo a todos los cardiópatas, y para volver a denunciar un hecho del que Teresa fue víctima.
"Buenos dias, soy Profesora Titular de Universidad de la Facultad de Economía, soy Dra en Economicas y Premio Extraordinario de Doctorado en Economia, con articulos cientificos, estancias de investigacion, y la carrera hasta opositar a la Facultad de Economicas me llego casi a los 40 años.
Nunca me gusto mi trabajo, simpre he querido ser medico, asi que ahora estoy matriculada en la Facultad de Medicina y acabaré cuando pueda y si puedo, pues mis tios abuelos el DR. CRISTMANN, DR. DESCHAMPS y toda la gente que conozco me dice haz lo que te gusta, y así podras ayudar a los demas, yo moriré, sino termino la carrera de MEDICINA siendo estudiante"
Teresa murió por un error médico, siendo consciente de lo que le pasaba precisamente por sus conocimientos médicos. Pero antes de su muerte, Teresa sufrió un acoso constante en su puesto de trabajo.
En esta entrevista, Teresa expone claramente como su promoción en la Universidad estuvo dificultada por su
problema de salud. Una de las razones por las que mi blog es anónimo es
precisamente esa, la de evitar que utilicen mi situación aquellos que
no dudasen en usar mi enfermedad como forma de ataque. La Universidad española es de una profundad mediocridad,
una mediocridad aderezada de gran mezquindad.
La razón de esta mediocridad, y de la mezquindad que con
frecuencia se observa en nuestra universidad, es muy simple, y ha sido
reconocida en docenas de medios, estudios y análisis. El funcionamiento básico
de nuestra universidad es el clientelismo, las plazas se conceden, y muchas
veces se ofertan, en función de quién es el profesor que se quiere promocionar.
Lo habitual es que el catedrático del departamento tenga a un candidato,
normalmente un doctor a quien haya dirigido o algún profesor contratado con
quien tenga buenas relaciones, o simplemente sea algún familiar directo o
indirecto. Lo que queda claro a todo el Departamento es que se va a promocionar
“la plaza” del fulano o mengana correspondiente, es decir, se sobreentiende que
es una promoción interna, pero que desgraciadamente debe salir a oferta pública porque así lo
requiere la legislación.
Lo normal es ofertar la plaza a concurso público, lo
que con frecuencia se solía, y aún se suele, hacer con la máxima nocturnidad y
alevosía, por ejemplo sacando el anuncio en agosto, o si es un contrato, dando
plazos cortísimos para presentar la
solicitud y la documentación.
Si a la plaza se presenta algún otro candidato, de dentro o
fuera de la Universidad convocante, el tribunal, seleccionado parcialmente por
el catedrático o Director del Departamento, solía poner las cosas difíciles a
cualquier alóctono hasta niveles realmente vergonzosos. Personalmente he llegado
a escuchar cosas como “su currículo es tan bueno que no entiendo porque se
presenta a esta plaza, usted puede estar trabajando en cualquier Universidad
extranjera”
La endogamia era, y sigue siendo, brutal. Lo peor de la
endogamia no es que se seleccionen a los candidatos de la casa, lo peor es que
dichos candidatos son los más dóciles, los que aun siendo muy buenos
trabajadores (el catedrático elige a veces a los más trabajadores para que
sigan siendo sus esclavos), son los que seguirán las opiniones y criterios del
catedrático con la máxima docilidad.
En este ambiente de clientelismo cualquiera
que critique al catedrático o que no sea de su interés, o de su grupo, lo va a
tener muy difícil para promocionar. En esas condiciones, si finalmente se consigue la plaza, se utilizará cualquier
característica para ningunearlo, ridiculizarlo, e
incluso, como fue en el caso de Teresa, hacerle la vida imposible, como por
ejemplo, obligándola a impartir más docencia de lo nomal, a sabiendas que con
su enfermedad esa situación le podía acentuar los síntomas debido al estrés que
suponían dichos excesos.
Salvo honrosas excepciones, estos comportamientos mezquinos son
frecuentes en cualquier Universidad española, y no es raro encontrar
situaciones de acoso en varios departamentos de cada universidad. El acoso
puede ser muy sutil pero constante, simplemente cargando a una persona con las
asignaturas más complicadas, negándole permisos de asistencia a congresos, imponiéndole
los horarios menos favorables, o cambiándole la asignatura cada año para que
tenga que prepararla. Pero también puede haber un acoso directo, verbal o
activo, por ejemplo impidiendo que la
persona pueda realizar su tarea como la realiza cualquiera de sus compañeros
negándole equipos, ridiculizándola delante de sus alumnos, o acusándola de
cualquier barbaridad.
Pero hay casos más graves, conozco un caso donde el
acoso constante del catedrático sobre un profesor titular que quería
promocionar su plaza a catedrático terminó con el suicidio del profesor. La
presión del catedrático y el mobbing que aplicó sobre el pobre profesor para que
no se concediese otra plaza de catedrático fue tal, que la salud mental del
profesor se vió fatalmente afectada. Lo más grave es que nadie protestó, nadie
denunció, nadie hizo nada, ningún otro profesor del departamento, conocedor de
los detalles, denunció la situación. Nadie lo hizo porque el clientelismo, como
he dicho antes, ha seleccionado a mentes dóciles y aborregadas, incapaces de
luchar por estas injusticias.
Pese a todas las dificultades, Teresa fue una luchadora contra viento y marea, emprendedora y activa pese a su enfermedad. Teresa fue una ayuda para muchos y un ejemplo para todos, sirva este post como mi humilde homenaje a su memoria.
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