Estas navidades encontré por casa un libro titulado Invitación
a la serenidad. Séneca. Lecciones para
el hombre ocupado, Ediciones de Bolsillo. Hubo un tiempo en que cada libro lo
marcaba con la fecha aproximada en que lo compraba, en este, en la primera
página aparecía: ”diciembre de 2000, en unas serenas navidades”. Entonces
recordé que ese año fue el año en que una
mujer me dejó por un trompetista de la vecindad, como en la canción de Rubén Blades,
espero que siga tan feliz como dice la canción.
Cuando tenía el libro en mis manos me di cuenta de que en mi
vida ha habido dos periodos en los que he aprendido casi todo lo que sé de mí
mismo: los años en los que he tenido pareja, y los años en los que he estado
solo. Me explico. Los años en que he estado emparejado han sido siempre años
intensos, la mayoría de las veces he sido consumido por la pasión, y he disfrutado, y sufrido, con similar intensidad, aunque lo
segundo siempre me ha parecido lo dominante. En esos años he crecido, no tanto
por mí mismo, sino por el estímulo que supone estar con otra persona, verte
reflejado en otro es una de las formas más duras de conocerse. En esos años la
lectura no ha sido mi actividad más sobresaliente, tal vez porque la vida se
encargaba de entretenerme lo suficiente.
Pero creo haber crecido tanto más en la soledad, sobre todo
en la soledad de las crisis, o de los tiempos que suceden a las separaciones,
en esos años en los que la melancolía y
la soledad te corroen por dentro con un dolor que te parece insoportable. Son
en esos años cuando, a falta del espejo humano, he buceado como un loco entre
libros para entenderme, cuando incluso buscaba la soledad para disfrutar de mis
descubrimientos tras cada visita a una librería. Son en esos años en los que la
lectura me ha ayudado muchas veces a seguir, a entenderme, a entender, o a
creer que lo estaba haciendo.
Cuando estoy en una librería y tengo un libro en mis manos
ante el que dudo si comprarlo o no, siempre me aplico el mismo principio: “ante
la duda, cómpralo “, por eso muchos de los libros que tengo aún no he tenido
tiempo de leerlos. Cuando ojeé el libro de Séneca comprobé que este ya lo había
leído, ya que tengo la mala costumbre (para algunos) de subrayar todo lo que me
parece interesante, supongo que en un
vano intento de hacerlo mío. Sin
embargo, no recordaba casi nada de lo que había subrayado en este, y en la
revisión, inicialmente rápida, descubrí que tenía frases y párrafos excelentes
que debía releer, y si podía, difundir por si a alguien le sirviese, así que me
pasé algunas horas disfrutándolo. Resumo aquí lo que me pareció más
interesante.
Séneca nació en Córdoba entre el año 4 y 1 a.C. Hijo de una
familia acomodada se trasladó con la familia a Roma y fue introducido por su
padre a la vida política. Pero una enfermedad grave le deja una fuerte impronta
y le influye en su psicología, en el sentido del tiempo, en las valoraciones de
la vida, en una defensa del suicidio que se repetirá durante toda su vida, y
aunque nunca lo cumplió, viviendo casi 70 años, fue obligado a suicidarse acusado de
participar en una conjura contra el emperador.
Para algunos Séneca fue un hipócrita, ya que aunque en su obra
predicaba la sencillez, la pobreza y la moderación, su vida se desarrolló entre
el lujo, el placer y la usura. A mi sin embargo no me parece tan hipócrita esa
actitud, me gusta creer que Séneca era muy consciente de la brevedad de la
vida, y de la fragilidad de su salud (aunque luego vivió 70 años!!), me
imagino a alguien inteligente y contradictorio, capaz de disfrutar la vida al máximo,
y de aprovechar todas sus oportunidades materiales, pero en el fondo muy consciente de la banalidad.
Séneca era un estoico, y como dice Juan Antonio Marina en el
prólogo, lo que hace tan modernos a los viejos estoicos es que fueron
psicoterapeutas, sanadores de la psique. Séneca es un curador de almas
aquejadas por el dolor. Tanto el estoicismo como el epicureísmo creen que la filosofía
es una curación “vacío es el argumento del filósofo que no trate
terapeúticamente ninguna pasión del ser humano”, escribe Epicuro. Los estoicos
pensaban que alcanzaríamos la libertad si cambiásemos nuestras ideas acerca de
la realidad y de nuestras pasiones. Epicteto, otro estoico, decía que “no nos
hacen sufrir las cosas, sino las ideas que tenemos de las cosas”
En la excelente introducción del libro se resume el trabajo
de Séneca, “ en sus obras aparecen aquellos a quienes consume la avaricia, el poder,
el trabajo excesivo, aparecen aquellos que están siempre inquietos persiguiendo
la riqueza, los hastiados por la necesidad de novedades, los cargados de
inconstancia”
- Rescátate a ti mismo
- Arrebaña las horas con entreambas manos, así resultará que
dependerás menos del día de mañana si tuvieras bien asido el de hoy.
- No es breve la vida, largo es en el hombre el descuido del
tiempo.
No tenemos un corto tiempo sino que perdemos mucho. La vida
es suficientemente larga y se nos ha entregado en abundancia para lograr la
consumación de las cosas más importantes. Pero cuando se abandona entre el lujo
y el descuido cuando no se consume en ninguna cosa buena, al final, en el
momento de la muerte, nos damos cuenta de que se va la vida, sin darnos cuenta
de que pasaba. No recibimos una vida breve, sino que la hacemos breve, y no
estamos faltos de ella sino que somos sus despilfarradores.
- Ten cuidado, no confundas vivir con perdurar.
- Aplícate a ser sabio en el arte de vivir.
No existe nada menos propio de un hombre ocupado que vivir.
De ninguna cosa existe una ciencia más difícil. Hay que aprender a vivir a lo
largo de toda la vida y, lo que tal vez te sorprenda más, hay que aprender a
morir a lo largo de toda la vida.
- El que dirige cada día como si fuese el último no teme al
mañana.
Cada uno arruina su vida y trabaja por un anhelo del futuro
en un presente tedio. Pero aquel que dedica todo el tiempo en su propia
utilidad, el que dirige cada día como si fuese el último, ni suspira por el
mañana, ni lo teme.
- Sea lo corta que sea, la vida es con creces suficiente.
Decrépitos ancianos mendigan con súplicas el aumento de unos
pocos años. Cuando la debilidad de su
naturaleza mortal les advierte algo, mueren como llenos de pavor, no como si
abandonasen la vida, sino como si se la arrancasen. Entonces piensan como ha caído en el abismo
tanta ocupación, tanto trabajo. Pero para quienes viven su vida lejos de toda
ocupación ¿por qué no les va a resultar
larga?. Para los que nada de ella se delega, nada se disipa, nada se pone en
manos de la fortuna, nada perece por negligencia, nada se le quita por costoso,
nada es superfluo. Toda su vida es
rentable. Para estos, sea lo corta que sea la vida, la vida es con creces
suficiente, y por ello, cuando llegue el
último día, el sabio no vacilará en ir hacia la muerte con paso seguro.
- La vida más breve es la de aquellos que sólo atormenta el
futuro.
La vida más breve, y más llena de inquietudes, es la de
aquellos que olvidan el pasado, miran con indiferencia el presente, y temen el
futuro. Les atormenta la irreflexión con
sentimientos que les hacen vacilar y correr hacia las mismas cosas que temen. A
menudo desean la muerte por ello, porque le tienen miedo.
- Mal vivirá quien no sepa morir bien.
- Quien tema a la muerte, no hará nunca nada por un hombre
vivo.
Quien sepa que la muerte estaba pactada en el mismo
momento en que nación vivirá según la ley de la naturaleza, y a su vez, con la
misma fuerza de espíritu, se mantendrá firme para que ninguna cosa que le
suceda sea inesperada.
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